MARIO VARGAS LLOSA: LITERATURA, POLÍTICA
- gonzalojesuscasano
- 16 abr
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Actualizado: 17 abr
MARIO VARGAS LLOSA: LITERATURA, POLÍTICA
Como muchos augurábamos tras el fallecimiento de D. Mario se está deliberando (y reprobando) un montón sobre su ideario político, y no sólo sobre su producción literaria.
Resguardado en enésima ocasión tras el escudo (bien grandote, ¡cabemos muchos!) de “profano profesional” me permito (i.e. me autorizo a mí mismo, porque me da la gana) retornar a lo típico tópico; lo de siempre vamos, en el caso de nuestro escritor, y en muchos otros que no son nuestros (en este artículo). De entrada he de establecer que en uno de esos dilemas existenciales de hoy, yo soy de García Márquez y no de Vargas Llosa, ¡en literatura, no en doctrina!
Vargas Llosa era confeso, en mi opinión no traidor pero lamentablemente sí un poco mártir (por causa de la gauche divine), paladín del neoliberalismo, político y económico.
La Sociedad Abierta y sus Enemigos es bien conocido que se redactó en Nueva Zelanda, nación en la que Popper (luterano, pero de etnia hebrea) se refugió de Herr Adolf y sus huestes. Su texto es rotundamente opuesto a las sociedades cerradas, que empiezan con Platón y terminan (en aquellas fechas) con El Bigotito (no es Chaplin) y con El Hombre de Acero (no es Superman). Un hondo y sentido poema épico al liberalismo decimonónico, el ilustrado, el primero y primordial, el Bueno diría yo. Consiguientemente despelleja a los sistemas dictatoriales, diestros (respecto a la mano únicamente) y zurdos, sin ningún tipo de concesiones. Es una apología magnífica de la tolerancia, de la democracia representativa, de Montesquieu (ya entonces con mala salud, y en peligro de muerte), del Individuo no como Egoísta sino ente abierto a todo tipo de expresiones (artísticas, sociales y gubernamentales). Pero están los malos de la película que quieren clausurar esas avenidas por donde los Sapientes nos reflejamos, construyendo una comunidad con anteojeras, homogeneizada, monocorde …, y además ¡aburrida!, más que matar un cerdo a besitos.
El Camino a la Servidumbre, compuesto en Inglaterra (donde se exilió su autor) asimismo durante la S.G.M. afirma la tesis de que el fascismo se sustenta en lo mismo que el comunismo en lo relativo a construir un estado autoritario. El razonamiento de Hayek es sólido, con gran capacidad de enganchar deductivamente sus proposiciones, ideal ya cartesiano y dilecto para los filósofos. Para él un estado con economía centralizada conduce necesariamente al autocratismo; lo mismo que un país regido por un Poder político-social concentrado. Es habitual describir el nazismo & parejos como la doctrina para la cual el Estado lo es todo, con lo cual el individuo se diluye en él; y la vida personal (¡que aquí es social-estatal!) es dirigida por: Duce, Führer, Caudillo, Conducator, ¡ay!
Si hay monopolio de los medios de producción, y de los engranajes políticos, “cierras” esa comunidad; no hay parlamento, no hay jueces independientes, no hay cuerpo legislativo, no hay empresa privada ni medios de comunicación emancipados …, todo está controlado, encarrilado; y el ciudadano ni vota, ni se expresa en prensa o radio, ni pinta/esculpe/baila/graba/canta/compone lo que le apetece. ¡Socorro!, ¡sáquenme de aquí!, ¡me ahogo!
Por lo tanto Popper y Hayek repudian, odian con toda su alma, los regímenes tiránicos, de cualquier orientación. El asunto, requetemencionado, es que en estos lustros hallamos muy habitualmente que se tilda de “facha” a todo lo que no es zurdo (brahmán típicamente); todo en el mismo saco, el de los Hunos, que no se inspiran (de cerca o no tan próximos) en El Barbudo de Tréveris. El resultado es que en ese talego (ambos sentidos), donde tantos ideólogos diversos están apretados con riesgo de disnea, se ubicarían Hayek y Herr Adolf, Popper y El Duce …, ¡hombre, pues no!; ¡es que son antagónicos!
Volviendo a nuestro novelista (llevaba brújula y no me había extraviado), Vargas Llosa es de la cuerda de Hayek y Popper, un liberal de Las Luces, adversario absoluto del fascismo. Meter a este último y a aquéllos en el cajón de la extrema derecha/facha, sin más, considero que es una confusión de tomo y lomo.
Quizás sería adecuado aquí otro lugar común: el medio es el mensaje. Así que el vocablo “liberal” conlleva el significado (¿acabo de decir una perogrullada?, ¿o cometer un error categorial?), un campeón de la libertad nunca podrá ser nazi, o comunista, porque ambos los dos la cancelan.
Vayamos a otro garbeo por la semiótica. “Facha” (dejo “fascista” para la doctrina histórica de los años treinta), como he salmodiado no escasamente, ha inflado de tal manera su significado, por obra y gracia de la izquierda intelectual sobre todo, que casi lo ha perdido. Lo de siempre, si expandes enormemente el significado, al querer referirte a (casi) todo denotas ¡nada! Es el vacío, la infalsabilidad de Popper. Ciertamente “facha” engloba tantísimo, a saber todo lo que no es progre/políticamente correcto/zurdo, que… ¡me remito a las frases anteriores! Estoy en que eso ha ocurrido al clasificar de ese modo a nuestro pensador. Yo me pregunto, y Vds. lo mismo, si no hubiera sido más efectivo, y correcto, para los izquierdistas aclarar que todo es un pequeño follón de nomenclatura. Así el emplazamiento correcto de D. Mario es capitalista, radical, extremo, salvaje, si lo ansían así, a causa de no-Asistencia Social (Repartir), pero por Dios bendito, ¡no facha!; esto último es el antónimo de liberal, por tiránico: ahí está la cruzada (no la franquista) de Popper y Hayek contra Herr Adolf.
Pero no y no, dale que te pego con “facha”, indicando no Uno de los Nuestros (no mafioso aquí), leña al moro hasta que aprenda catecismo. ¡Qué empecinamiento, de guerrillero!, pasándose por el forro el diccionario. Para mostrar a continuación mi conjetura sobre semejante redundancia (incluyendo la mía aquí) me coloco de nuevo el traje no-leibniziano (Optimismo).
En mayo de 1.941 el acorazado Bismarck (no, no el Potemkin) consiguió que uno de sus potentes obuses penetrara el blindaje del crucero HMS Hood, y alcanzara la santabárbara llena de cordita. Resultado: ¡un gran catapúm! y en pocos minutos, glu, glu, glu, al fondo y se acabó el servicio marítimo a Su Majestad (afortunadamente permanece el secreto, con 007). Mi sospecha, sofista y malintencionada, es que los izquierdistas necesitan un proyectil potente, que perfore las mentes de los votantes. Uno de lo más taladrantes barrunto que es “facha”, sinónimo de malo, malísimo, pésimo, con caballo, sombrero y cartuchera negros. Tal designación (improperio) concita en el elector/lector todas las imágenes horripilantes del erebo [este vocablo acabo de encontrarlo en el diccionario]. Si este novelista es “facha” será impresentable, infecto, explotador de los desfavorecidos; tal impacto es asimismo de bala de cañón que destruye el polvorín del fuerte sedicioso indio (sin plumas), para que irrumpan los lanceros bengalíes. ¡Claro!, si describes a nuestro hombre como capitalista neoliberal, seguidor estricto de Adam Smith, promotor de la empresa privada y Administración exigua, la Mano Invisible, más democracia representativa con Montesquieu vivito y coleando, el caso es que ¡no suena mefistofélico!, ¡que es lo que se busca!
“Ervidentemente” aquí, como Quijano y Sancho, hemos topado con la Fachosfera, que a su seguro servidor le da cada vez más la impresión de que se encuentra conectadísima (¿hija?) con la Cuantosfera, esto es no-lógica aristotélica e indeterminación (El Gato). En fin, que persisto en mi empacho respecto la política celtíbera y mi confraternidad con el bicarbonato; en lo que respecta a la internacional oscilo, cual péndulo de Foucault, entre la estupe-facción (dos vocablos) y la furia.
Si nos vamos a la economía es correcto que la teoría de Hayek, Von Mises, Friedman (y de Smith, Adam Smith) defiende la Mano Invisible, el puro Mercado, sin (casi) intervención estatal …; ¡pues ahí está!, el Estado reducido a la mínima expresión en economía, dictando poquísimo, y las firmas privadas a su aire. Cierto, el riesgo es el capitalismo selvático, incluso el de rapiña, de modo que muchos votamos por Keynes. Pero el término lo revela nítidamente, “libertad”, Administración cerca de nadapresente; cuando ésta lo es Todo (totalitaria) para comunistas y nazis; el Estado de la clase proletaria, y el del Führer y su Volk. En estos sistemas que programan todos los aspectos la persona concreta se difumina, empezando por su libre albedrío; en El Buen Escocés esto último es la fuente de la libre empresa, del emprendimiento de cada habitante con iniciativa.
El lema de D. Mario es que abramos las puertas del campo, y en especial las de la comunidad humana, ¡respiremos!, atrevámonos a decir y hacer lo que nos sale de dentro, si no incordiamos al vecino (tolerancia). Que el Estado (zurdo o diestro) no me diga, me dicte (con peligro de encarcelamiento), qué pintura, talla, grabado, obra dramática, película, novela, comportamiento, canción es buena o mala, i.e. adecuada o inadecuada respecto a la Sociedad Verdadera (fascista o socialista). Hablando en plata (D. Mario lo redactaría de forma más elegante), ¡déjeme en paz!; ya soy mayorcito, ya he llegado a la mayoría de edad, soy capaz de hacer la O con un canuto y construir mis propias cadenas de inferencia. Soy competente para determinar qué me gusta y me disgusta, qué es bueno o malo, cómo cepillarme los dientes, qué menú escoger (no sé guisar, ¡ay!), qué leer & ver en una sala del séptimo, quién me cae gordo o flaco, siempre respetando a los prójimos; no me imponga SU ciencia y SU Verdad, ya las buscaré yo solito, que me las apañaré.
¡Aupa la Ilustración! ¡Sapere aude!, y también ¡agere aude! ¡Déjame en paz!