GLADIATOR II
- gonzalojesuscasano
- 16 nov 2024
- 2 Min. de lectura
GLADIATOR II:
Mucha fotografía, preciosista, y poca sustancia: eso es lo que pensé de las primeras películas de Ridley. Sí estupenda y atrayente iluminación, mucha “guerra” de luces y sombras, mucho Caravaggio, el artista marcando estilo, el Suyo personal e intransferible etc. etc., ¿pero dónde está el brío de una potente historia, que te hacer pegarte a la butaca y te hace reír, emocionarte, inquietarte, apasionarte, llenarte de expectativas, bajarte la moral a los pies, dejarte boquiabierto etc. etc. Con los años he cambiado mi perspectiva ante Ridley, reconociendo que es uno de los grandes nombres creadores de imágenes en movimiento; porque soy de los que ven desde esta perspectiva el cine, no como teatro filmado o Mensaje (de denuncia, de revolución, de nueva ideología, o de lo que sea).
Sí Ridley es artista con imágenes, tan bellas como cuadros, aunque en ocasiones peque de excesivo virtuosismo, casi de esteticismo: ¡qué bueno soy como fotógrafo, y como pintor! Gladiator II es paradigma de ello; por consiguiente es un caramelo para los sentidos …, “el mejor Ojo (sentido visual, estético) del negocio (del cine)”. Estoy de acuerdo, aunque no le doy el número 1, que para mí está en discusión entre Wes Anderson y Paolo Sorrentino. Porque el séptimo arte, además de lienzos es ángulos de cámara, planos panorámicos, compleja edición (descuella), planos secuencia con desplazamiento (casi no los utiliza), dirección de actores, tempo (logrado, sí; a través de la edición), primeros planos, ajuste diálogos/guión e imágenes, composición de las figuras en el encuadre etc., ¡lo de siempre!
Eso sí, desde el perfil de la estricta belleza, los planos de nuestro realizador son incomparables. En esta área Gladiator II es muy similar a la primera, de manera que el disfrute sensorial está garantizado; por otra parte se pierde la sorpresa/originalidad de la primera. Para mí hay tanta pasta metida que en ocasiones (batalla inicial p.ej.) los efectos especiales (Marvel) se “comen” el argumento, y me generan una sensación (incómoda) de no-realismo. Pero sí, son pinturas, de la calidad de Gérôme, Couture, Bouguereau, Courbet et alii (lo habitual para mí).
Hay momentos, ya imaginan Vds. cuáles, en que me veo sumergido casi en un folletín; pero, en fin, son convenciones del género (me refiero al cinematográfico), y las perdono. Otras encuentro una película bastante “política”, que tampoco me encaja con el resto del largometraje, pero entiendo que los políticamente correctos camparán a sus anchas por esa Roma ridleyna.
Se va a repetir mucho, ¡porque es la pura verdad!, que Paul Mescal no es Russell Crowe; este último, desde mi punto de vista (y el de Anthony Hopkins) es de los mejores de los últimos decenios.
Sospechaban Vds., en la primera, que … (no quiero hacer un “destripe”, de culebrón). Pues ello sería otra convención, que me sospecho permitirá a nuestro artista hacer Gladiator III dentro de un par de años. Yo desde luego iré también a verla, porque el espectáculo fílmico está asegurado.
Esta segunda parte me confirmar que la primera es un clásico de la Historia del Cine, un hito de éste; me congratulo por ello, porque me gustó mucho mucho cuando la vi de estreno, y hoy mantengo ese juicio.