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JEANNE DIELMAN VS. CIUDADANO KANE. LA MEJOR

  • gonzalojesuscasano
  • 14 sept 2024
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 19 sept 2024

JEANNE DIELMAN VS. CIUDADANO KANE. LA MEJOR

 

Pues aquí seguimos con la señora bruselense y Charles Foster Kane, dirimiendo ¡otra vez! cuál es la mejor, aunque ya saben Vds. que mi voto está bien decidido de antemano. De nuevo aviso que voy a ser el poli malo, y mostrar una impresionante mala uva contra la Madame Dielman.

Garci señala, creo que muy acertadamente, que el encumbramiento de la película de Chantal es debido a cambios sociopolíticos, o más bien concretamente a la sustitución de la teoría del todo cultural marxista por la feminista. No puedo estar más de acuerdo, como he escrito anteriormente.

Cuando rechazo de plano la estética (por ponerle un nombre, que es inadecuado 100%) de Jeanne Dielman pienso en los grandes directores de la Historia. Pero más aún en Gregg Toland (o John Alton), en su enorme esfuerzo por mejorar las lentes, los tipos de cámara, y ante todo la ubicación de estas durante el rodaje; la fotografía, la bella geometría en el encuadre, siguiendo a los mejores pintores. Y más tarde gente como Orson harían virguerías con lo rodado, empalmando con inteligencia y sentido de la estética las diferentes tomas. Esfuerzo, trabajo, empeño, simetría en la composición con las figuras, sentido del tempo en la edición; esto último es fundamental en la creación de un largometraje, porque conforma la continuidad en la sucesión de fotogramas: el ritmo, que debe asemejarse a la música.

Pues bien Mademoiselle Akerman pasa olímpicamente de todo lo anterior (por expresarlo con cierta suavidad). Su largometrage parece un vídeo casero, largo, interminable, sin sentido de la continuidad, ingentemente aburrido. Es como un vídeo casero, y de los malos, donde vemos a Jeanne en tomas larguísimas (sin desplazamiento de la cámara: esto no es Sed de Mal), fregando, pelando patatas, bañándose, comiendo son su hijo. Ningún sentido visual de cómo encuadrar pictóricamente (Ridley), de sugerentes ángulos de cámara, de contrastes de luz y sombras (Caravaggio, expresionismo alemán), nada de nada de nada, rien de rien. Es como el primer trabajo de un estudiante de cine para un profesor de cine, un estudiante malo, sin talento, sin futuro en la profesión: ¡qué se dedique a otro menester!

Pero hete aquí que según sesudos críticos Jeanne Dielman es La Mejor. No por estética, forma, técnica, sentido visual, ángulos de cámara, movimientos de ésta …, sino porque se ajusta como un guante a la teoría del todo sociopolítico de la izquierda brahmán: el feminismo radical, extremo, sin límites, sin fronteras, sin vallas …, que es la transmutación del marxismo-leninismo-maoísmo, para destruir ideológicamente a la teoría económica del buen escocés (lo repito por n vez: no Connery, Sean Connery, sino Smith, Adam Smith).

Jeanne Dielman no es el arte por el arte (la belleza, la forma, el estilo, la elegancia, la prestancia …), sino el arte para la revolución, para la dictadura del feminado; y si esta fracasa lo será para el animalismo, el ultraecologismo, LGTB, o la liberación de los marcianos, o los andromedanos …, ¡me disculpo por repetirme!, pero más se repiten los Hotros.

Por supuesto el “caso Jeanne Dielman” me retrotrae a la gauche divine (¡que todavía existe existe!), a Mayo del 68, pasados tiempos en que un producto del séptimo arte era Bueno si promovía la Revolución (comunista). Así que lo tenían a tiro para colocar como La Mejor a El Acorazado Potemkin (o La Huelga) …, obras excelente por cierto, por el sobresaliente montaje (soviético). Pero de lo último nichts en 23, quai du commerce. Garci, que rueda películas, asevera que Chantal renuncia al montaje con esas interminables tomas; yo que sólo soy un espectador, me atrevo a afirmar que si no hay edición, no hay realmente película, sentido del transcurso, fluir de los fotogramas/tiempo. Pero a todo esto la mademoiselle Akerman: como quien llover, le resulta “inverosímil”; a rodar y rodar (Rolling Stone) planos de Jeanne en su (tediosa) cotidianeidad; en suma, lo de siempre: más pesado que mata un cerdo a besito; ¡socorro! Todo sea por la liberación de la mujer, del hombre violador potencial (¡y actual muchas veces!).

Hace unos días, por una coincidencia (benéfica creo) vi Diario de un cura Rural, de Robert Bresson; el naturalismo per se, y por antonomasia en el cine. Es típico, obligado, realizar el paralelismo con Chantal.

Bresson quería ante todo una expresión natural en los actores, por eso repetía y repetía hasta alcanzarlo; además emplea la voz de narrador, para muchos el pecado mortal en una película, que se perdona raras veces (Billy Wilder). Pues sí, también hay mucho naturalismo en Jeanne Dielman.

Pero en un largometraje los personajes han de expresar: rabia, furia, cachondeo, excitación sexual, desesperación, risa incontenible, sarcasmo, ironía, venganza, amor desbocado, estupefacción (yo ante la película de Chantal), humillación, tragedia, náuseas por embarazo, sadismo, masoquismo …, Y no se puede esperar que las personas que asumen esos personajes se hallen “naturalmente” en tales estados de ánimo; entonces ¿qué se hace?, pues se fingen esa emociones/motivaciones: eso es ser un actor. Pero Bresson da la impresión de no necesitar de ellos, tanto que se le ha calificado como un artista que no hace cine, al no seguir sus reglas.

Mi hipótesis establece una analogía con Akerman: su realismo/naturalismo nos lleva a la no-actuación, a pesar de que Delphine es profesional (y sumamente bella por cierto). Su paso por la película es como la de una novel, una aficionada que Akerman ha encontrado en la calle, al estilo neorrealista.

Francamente, no sólo es que juzgo Jeanne Dielman como una pésima obra …, es que me parece un quede, una broma de mal gusto, el no-cine. Pero claro, encaja como un guante con la Corrección Política, y el Ideario predominante hoy entre los guay/anti-sistema/anti-sociedad de consumo/anti masculinidad tóxica.

Stendhal: la novela es un espejo paseado por el camino. Pues Chantal ha paseado ese espejo por el piso de Madame Dielman, saltándose las reglas de la estética, la simetría, la proporción áurea, la destreza con la cámara, el fluir del tiempo, el horizonte nunca en medio, la iluminación, la fotografía, el diseño de producción etc. etc. etc. ¡Qué Dios la perdone! Porque yo desde luego no lo hago.

Por cierto, Stendhal es uno de mis novelistas favoritos, y no sólo reproducía la realidad, mecánica e insulsamente en sus novelas.

Me quedo conque el propio Garci está convencido de que Jeanne Dielman desaparecerá en unos años (cuando mude la corriente ideológica dominante) de la lista de Las Mejores. Yo lamento profundamente que haya entrado alguna vez, y levantando mi dedo acusador contra los votantes que la colocaron ahí. ¡Va por Orson y por Gregg!

 

Recientemente todos hemos leído que hay muchas interacciones entre orcas y embarcaciones; hay diversas hipótesis, y una de ellas es la del juego. De todos modos en otros contactos lo último es lo plausible. Es evidente en los delfines, que son como chuchos del mar, siempre queriendo trastear con nosotros; incluso las ballenas, de varios tipos, se acercan curiosas a los humanos y no digamos nuestros mejores amigos. Zoólogos y etólogos nos lo han explicado a menudo, el juego es muestra de curiosidad, ésta de sociabilidad, y ésta a su vez de inteligencia. Tema bien sabido.

¿Cuál es el objetivo del arte, desde el prehistórico? Las suposiciones son numerosas; quizás representar (mímesis) la naturaleza, puede que controlarla/influir a través de la magia, tal vez poseer el “alma” de los animales para poder cazarlos fácilmente, podría ser sencillamente un intento de expresar emociones connaturales al Homo Sapiens. Según lo último la expresión artística, es eso, ¡expresión!, esto es, experimentar con el dibujo, con los colores, la perspectiva, las configuraciones en el espacio, la geometría, la generación de orden, divertirnos, comunicación con Otros Poderes …, ¿quién sabe? Expresar …, ¿jugar? Tenemos tiempo libre, ya hemos comido, ¡y somos muy listos!, como los cetáceos, así que lo manifestamos, a los otros y a nosotros mismos …, y elaboramos una pieza artística. Sí, un divertimento, pero …, que nos hace pasar un buen rato (libre) y nos vincular mejor con el grupo, y aquí surge la función social del arte. Porque el Arte es generación de … ¡Belleza!, que produce placer, sosiego, equilibrio, y nos junta a los Hunos con los Hotros para elaborarlo y contemplarlo.

Pues sí, lo que acabo de redactar no define el Arte como algo muy Excelso: la búsqueda del sentido del mundo exterior, la desvelación (aletheia) de la Verdad a través de la Belleza (uno de sus avatares), la comunión con la Physis, sellar el vínculo con todo lo Vivo  … ¡Porque todo parece un juego! Este vocablo, a mí personalmente, no me “asusta”, no me parece ni peyorativo, ni sobre lo superficial.

En fin …, Belleza; expresión de emociones, y de nuestras capacidades de techne. Porque sí, en el arte hay que dominar (domeñar) los elementos materiales: grafito, limas, pinceles, martillo, cincel, espátula, raspadores, cuchillos, todo tipo tinturas y colores, gubias, carboncillo etc. etc. ¡Y no digamos si nos aplicamos a la música! Homo habilis, Homo ergaster: yo soy yo y mi útil. Así desde el amanecer de los homínidos.

En un producto fílmico la techne está representada por las lentes, cámara los diversos medios para moverla, focos e iluminación, múltiples piezas del decorado, diseño de producción, ubicación de los actores y de la cámara (ángulos). Y una vez se ha rodado, ¡no hemos terminado!, porque hay que engarzar toda esa multitud de fotogramas. Pues bien, en todo este follón de la técnica, Orson y Toland descuellan por encima del resto, y Chantal ¡cero patatero!, rien, niente, nihil, nichts, nothing … En resumen, que juzgo su película sobre Madame Dielman mala de solemnidad; y no me altera el juicio que refleje la Verdad de la opresión de la Mujer en el Capitalismo, ni demuestre cual será el Ideario que reemplazará al comunismo: ello es economía política (sociología, psicología), pero no Arte, en mi modestísima opinión.

He leído mucho tanto a Unamuno como a Ortega y Gasset, y dudo (por mi percepción de sus personalidades) que les interesara Jeanne Dielman; con todo, prudencia, ¿quién sabe?, la mente humana es insondable. Pero no me resulta, en absoluto, un largometraje para filósofos, ni para metafísicos ni para epistemólogos, a menos que se pertenezca a la sección de los marxistas-leninistas-maoístas.

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