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LA ODISEA DE CHRISTOPHER NOLAN

  • gonzalojesuscasano
  • 13 ago
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 17 ago

LA ODISEA DE CHRISTOPHER NOLAN

Pues he leído que hace sólo unos días C. Nolan ha terminado el rodaje de (su) La Odisea, tras seis meses, intensos según todos los indicios. Sin embargo el largometraje tardará casi un año en llegar a las pantallas del globo; sí, con certeza devendrá un acontecimiento global. Todo hace suponer este director se toma muy en serio lo de seccionar/empalmar, porque habrá rodado metros y metros de celuloide, o mejor dicho muchas horas; en efecto, no pocos entendidos estiman que quien “corta” la película es su verdadero autor, quién determina lo qué es.

Primeramente, reincidir en que este cineasta no se halla en mi lista de los Grandes contemporáneos; carece de la destreza técnica de Sorrentino o Wes Anderson, o del “Ojo” de Ridley. Sus encuadres tampoco alcanzan la calidad de Fincher o Kosinski, pero no, no es manco con la cámara: e.g. ahí está Dunkerke y esos enemigos alemanes a los que nunca se ve.

Desde mi punto de vista nuestro artista lo es ante y sobre todo por el guión, siempre atrevido, original, rompedor. Cuando vi el largometraje que le arrebató el Oscar a Oppenheinmer en esta categoría pensé: ingenioso, divertido, inusual, con chispa e ironía …; pero ¡cielos!, ¡el de Oppenheimer! Capaz de hacer cercano a los espectadores de medio planeta (o éste entero) El Gato, lo intrincado (entrelazamiento cuántico) de la teoría científica más compleja que ha parido el Homo Sapiens. Pues sí, Nolan lo trasladó a un texto inteligible para el espectador común: toda una ordalía, superada con matrícula de honor. Lo coloco entre mis Grandes: La Herencia del Viento, Vencedores o Vencidos, Network, Cadena Perpetua, Cómo ser John Malkovich …

Meses antes de verla, ya enterado por la constante publicidad, me tiré a la piscina (con agua) para vaticinar que sería la película del año; y también me lancé (sin agua) para predecir (deseando ardorosamente errar) que sería un fracaso de público. A pesar de ser muy superada por la muñequita, ¡vaya si me equivoqué!, con gran regocijo de mi corazón, de mi intelecto y de mis ojos. Barbenheimer es un caso único en el estreno y promoción de largometrajes, inmarcesible y no-irrelefante.

Con Nolan convertido en rey Midas de Bosque de Acebos, y todos expectantes sobre su siguiente proyecto, mi preferencia era Arquímedes, con Bardem (o Cumberbatch). Pero admitámoslo, esta historia (a pesar de Indiana Jones) no posee arrastre comercial en absoluto. Pero hete aquí, que para mi gran sorpresa (y de otros muchos plausiblemente) nuestro realizador opta por un tema heleno clásico.

Y de nuevo considero que este argumento no se venderá: ¿cómo hacerlo con los jovenzuelos criados en el seno de los superhéroes & superpoderes?, ¿un escrito de hace casi tres milenios sobre un tipo de mediana edad que da un montón de tumbos por el Mediterráneo (¡es mucho más reducido que el Pacífico!) hasta conseguir regresar a casa, con su mujercita esperando y esperando con paciencia de santa cristiana (más que de mujer ática), tejiendo y tejiendo. ¡Uf!, ¿qué adolescente va a gastarse unos euros/dólares en contemplar todo ello en la pantalla?

A pesar de todo, más tarde … Yo (y millones) otorgo toda mi confianza a este tipo. Ha confeccionado una obra señera sobre el arma más poderosa del universo, sobre el saber más complejo en éste …, ¿y ahora qué? Pues una historia, que es … la madre de todas ellas, La Odisea es el arquetipo (¿jungiano?) de todas las andanzas, el prototipo de todas las narraciones, el modelo de todos los relatos, el Relato. Una guerra larga e implacable, dos civilizaciones enfrentadas, y sólo puede quedar una, Inmortal. Un caballo de madera (saldrá con Nolan supongo, aunque es Virgilio quien lo narra en detalle), un gran guerrero, “héroe” en el más olímpico de los significados; éste, exhausto física y mentalmente sólo ansía regresar al hogar dulce hogar. Infortunadamente su “odisea” los hados le son adversos; seres raros (lotófagos), malos encuentros (Polifemo), tentaciones (Circe), incluso descenso a los Infiernos, engaños (sirenas), monstruos marinos (Escila y Caribdis), furia divina (Zeus), largo cautiverio (Calypso), peligros (tempestades), ¿enamoramiento? (Nausícaa) etc. etc. etc. Inacabables desventuras, ¡y peligro de que las audiencias se cansen!

Y mientras la gentil Penélope (¿inclusión de canción de Serrat en la banda sonora?, ¡je, je!) tejiendo y destejiendo como una descosida; los Pretendientes, zánganos, comiendo y bebiendo de gorra. El hijo, Telémaco, añorando al padre y desesperándose. Y el arco que sólo Él puede tensar.

¡Vaya Narración!, ¡inmortal!, entendible y reproducible en todo tiempo y lugar, en toda cultura, en cualquier latitud o clima, para jóvenes y viejos, a cualquier hora del día o de la noche. Pues sí, mi hipótesis es que Nolan ha anhelado, ¡nada menos!, contar la gran Historia. Para ello, ¡cómo no!, ha acudido a la civilización helénica: geometría, aritmética, astronomía, ciencia experimental (sí, Arquímedes), la comedia, la proporción áurea, la tragedia, la arquitectura, el alfabeto, la escultura, la guerra como estrategia, poesía, lesbianismo, épica, las orgías como dios manda (dionisíacas), la democracia, el laicismo, las mujeres liberadas … Siempre me gusta remachar que entre todas las ciudades de la Historia Universal, ninguna ha tenido más impacto/influencia que Atenas.

Pues hace sólo unas fechas, por casualidad (o Destino, como en la tragedia griega), me enteré de que para Tom Hanks el mejor largometraje de la Historia no es Ciudadano Kane (¡ni Jeanne Dielman!) sino Jasón y los Argonautas. No por causa de su director, sino por el irreemplazable Ray Harryhausen, a quien entregó en 1.992 un Oscar honorífico. Yo mismo soy desde siempre admirador de Harryhausen, y el combate de Jasón y sus guerreros contra los esqueletos lo considero de lo más logrado de la gran pantalla. Ciertamente Nolan tiene ante sí muchas montañas/retos que superar, y al mismo tiempo fuentes para inspirarse.

“Grecia y las islas del Mar Egeo han sido cuna de muchos mitos y leyendas de guerra y aventuras. Estas piedras antes llenas de orgullo, estos templos destruidos, son testigos de la civilización que aquí floreció y murió. De los semidioses y héroes que inspiraron tales leyendas en este mar y en estas islas”.

Este texto no es mío evidentemente, porque lo he “fusilado” (sin pelotón de ejecución) del prólogo de Los Cañones de Navarone (resonante voz de James Robertson Justice); a continuación, pam, pam, pam, ¡tronar de timbales!: la vigorosa música de Dimitri Tiomkin, inmarchitable, como la mitología helénica.

Incuestionablemente nuestro artista precisa de una banda sonora igual de imperiosa para su producto, si aspira a que sea universal y arquetípico, como su referente. Algo como la de Los Siete Magníficos, que es la música de la Aventura. Asimismo podría ser algo similar a La Cabalgata de las Walkirias, empleada en Apocalypse Now; y ello a pesar de que Wagner era el músico predilecto de Hitler. Pero viene de otra epopeya, Los Nibelungos, como lo es igualmente La Odisea: hay que caminar por ahí.

También está Así Hablaba Zaratustra, de Richard Strauss, otro wagneriano, para 2.001 Una Odisea del Espacio. Listón muy alto sin duda, pero … necesario alcanzar como complemento necesario para la epopeya, la cinematográfica, objetivo a mi entender del realizador londinense.

Es bien sabido por todos que El Maestro se lamentaba porque el macrocosmos del público & el microcosmos de la crítica no lo considerara como un Artista, alguien de la dimensión de Caravaggio, Velázquez, Rembrandt, Turner, Renoir … Categoría a la que él juzgaba tener derecho. ¿Arrogancia?; desde luego los cinéfilos juzgamos que no, a causa de sus grandes contribuciones no sólo al género de suspense, sino al séptimo arte. Claro que ahí se ubica el quid de la cuestión, esto es, si el medio de las imágenes que se desplazan es tal, o sólo una industria; y ésta con el único plan de conseguir muchos cuartos. Figuras como la suya demuestran que este campo no es sólo comercio, una faceta más de El Mercado, sino mucho mucho más.

Estoy jugando mucho a las suposiciones psicológicas (más de lo habitual), porque nadie puede meterse en la cabeza de otra persona, ni siquiera en la de John Malkovich (Charlie Kaufman). Sin embargo, infiriendo a partir de muchas señales, C. Nolan apunta a desear un puesto en el Olimpo del Arte. Para ello acumula muchos méritos, casi tantos como Hitchcock; benéfico hado pues con su odisea para obtener esa cátedra …, en su presumible intento de hacer su Ramayana británico en fotogramas, su epopeya en celuloide, su Ciudadano Odiseo.

El cosmos olímpico es fuente feraz de grandes gestas: Troya, Las Termópilas, Maratón, Salamina, podríamos añadir a Alejandro Magno; de modo que sí, creo que nuestro hombre ha elegido adecuadamente con Ulises. ¡Suerte y al toro!; que no fracase en taquilla como el Alejandro Magno de Oliver Stone (buen largometraje a pesar de todo).

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