OBJETIVIDAD, ¿HAYLA?
- gonzalojesuscasano
- 17 nov
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Actualizado: 19 nov
OBJETIVIDAD, ¿HAYLA?
En esta ocasión es un artículo de Martín Caparrós el que sirve de subterfugio para que actúe el profano profesional, aunque honestamente no sería ello necesario, porque el asunto de la objetividad & Verdad es bien antiguo, discutido ¡y actual!
Si vamos a las raíces, lo que se supone (por todo quisqui, o la mayoría cuando menos) más objetivo es la ciencia. De ésta empezaríamos por la lógica; el problema es que tal disciplina describe las leyes de nuestra mente, no las de la naturaleza. Seguiríamos por las matemáticas, en las que nos encontramos en principio con lo mismo, aunque aquí hay disparidad por supuesto: ahí tenemos los platónicos, siendo uno de los más insignes hoy Roger Penrose.
Bien, con la físico-matemática ya entramos a describir la realidad externa, ¡nada más y nada menos! Bajando el nivel de intersubjetividad llegaríamos posteriormente a la química, a la biología & Darwin; y después, ¡hum!, ¡comienzan los problemas y controversias como todos Vds. saben! No son escasos quienes rechazan que las ciencias sociales sean tales, y sólo admiten las ciencias “duras” como merecedoras del apelativo; ¿por qué?, pues porque hay cuantificación por supuesto.
Es bien conocido que incluso en las disciplinas físicas hay pensadores que cuestionan, y bastante, su objetividad. En repaso rápido…, tenemos p. ej. a Duhem, con su defensa del antiguo lema “sozein ta phainomena” (suena guay en griego), y Quine por supuesto. Su famosa tesis es que no es posible realizar un “experimentum crucis” (chachi en latín), puesto que no estamos seguros si contrastamos la hipótesis principal o una de las auxiliares: no sabemos por consiguiente qué ha sido “verificado”, o falsado. Ejemplo paradigmático (vocablo adecuado aquí sin duda) es la confrontación entre Popper y Kuhn, siendo el último quien duda de la certeza de los enunciados científicos. Me gusta siempre insistir en que Popper tampoco asevera que aquéllos sean verdaderos, sino comprobados hasta cierto extremo, esto es no refutados; una postura muy prudente desde luego, alejada de dogmatismo científico, que a ciertas personas les recuerda en ocasiones el religioso. ¡Cuidado con la intransigencia, incluso en ciencias naturales!
Hay una línea de filosofía que sugiere que todo depende del punto de vista, que no podemos establecer qué es real y qué no lo es; todo sería hermenéutica en suma, y nunca alcanzaríamos la Ding-an-sich (chupi en Deutsch). En fin, se han vertido amazonas/nilos/ganges/ebros de tinta sobre el asunto, y se seguirán derramando, ¡mientras no sean de sangre!
A su seguro servidor, el abajo firmante, y redactor de las anteriores líneas (y de las que vienen a continuación) todo esto de que la Realidad depende del color del cristal con que se mire/nuestra educación/valores socioculturales inter alia le parece que suena muy chulo (en castellano). Vamos, que suena bien hoy, rechazar radicalismos y Verdades absolutas, los cuales han causado grandes problemas, individuales e históricos, ¡cuidado!
Por otra parte, ¡ay!, la no-objetividad de la ciencia experimental moderna abocaría asimismo a la de las ciencias humanas. Si las leyes de la mecánica, electromagnetismo, óptica, termodinámica, son subjetivas, mucho más p. ej. las de la conducta recta; aquí se me presentan a la imaginación los sofistas: se puede mentir siempre que no te pillen, y que sirva a tus objetivos (¡convencer!), ¡viva Maquiavelo! Estoy seguro (¡sin dogmatismo!) de que muchos celtíberos juzgan estos tiempos recios, en Capetovetonia y en el mundo mundial, como políticamente sofísticos, ¡ay del Paraguay! (se entiende que allí habrá mucho Protágoras igualmente).
Con todo esto los Derechos Humanos no serían objetivos/racionales, por muy Universales que los designemos; pero ellos son fundamentales para sustentar los derechos positivos de los ciudadanos en las democracias liberales-burguesas. ¡Esto está que arde!, ¡nos van a “quemar” las prerrogativas que nos concede nuestra Constitución. ¿Exagerado?, no lo juzgo así en absoluto; el relativismo epistemológico (muy de Gorgias et alii) es mucho más “fuerte” que el ético. Si asumimos aquél, el otro se deriva rápidamente; ¡peligro total!
Si nada es real, entonces nada es verdadero (escepticismo sofista por ahí), sólo hay “versiones”, nada de nada de derechos: expresión, reunión, religión, partidos políticos, asociación, educación etc. Todo depende de la perspectiva, nada es auténtico.
Pues sí, a su fiel compañero, autor de estos párrafos… le inquieta mucho tal subjetividad quasi-radical. Hablando en plata, la considero más peligrosa que una caja de bombas de gran potencia listas para explotar en las manos artrósicas de un terrorista fundamentalista esquizofrénico con baile de San Vito.
¿De modo que no es “cierto” que la Tierra revoluciona en torno al Sol (apparentias salvare)?, que los efectos de un imán los explica el electromagnetismo, que las mareas con causadas por la atracción lunar (y solar), que el principio de Arquímedes nos dilucida por qué ciertos cuerpos (los nuestros p. ej.) flotan, que las especies evolucionan, que existe la herencia genética, que el bacilo de Koch causa la tuberculosis y el influenzavirus la gripe, etecé, etecé, etecé; pues si mantenemos que todo ello es “interpretable”, más aún la esfera de lo comunitario. De este modo llegamos a la selva hobbesiana/lupina, ninguna exigencia sobre el comportamiento es incuestionable, ningún sistema político (democracia) mejor que otro (autocracia)…
No me negarán Vds. que tales implicaciones ponen un nudo en la garganta hasta al más pintado, ¡glub, y más glub! Feyerabend promueve el “todo vale” como método de la ciencia; si nos lo apropiamos en filosofía moral & política, ¡Mamma mia!
Recurro de nuevo a lo típico/tópico, en este caso de serie yanqui donde el profesor de filosofía plantea: Si un árbol cae en medio de un bosque alejado, y nadie lo oye (o ve), ¡es ello real! ¡Toma ya!; sí, vamos directos al “esse est percipi” de Berkeley.
Es posible que nunca sepamos quien mató a Kennedy, pero Alguien lo hizo, y ello es objetivo, aunque ningún paisano lo constate jamás (bueno sí, el asesino). Alguien filtró el correo relativo a González Amador, o el Fiscal General, o el Señor(a) X, o el Señor(a)Y…, quizás nunca lo averigüemos (me refiero aquí al gran público), pero Alguien lo hizo: no cayó del cielo.
Pues sí, Alguien mató a Liberty Valance, quizás Jimmy o puede que Duke, no estamos seguros; pero Alguien fue el perpetrador, porque Marvin no falleció de ataque cardíaco, ni se suicidó (la bala no es de su colt), ni le fulminó un rayo de Zeus. El hecho sucedió, es objetivo, y algún tipo le pegó un tiro, aunque John Ford no desee revelarlo.
“Veritas est adaequatio rei et intellectus” (muy molón en latín), proclama El Aquinate, siguiendo a El Estagirita. Es una definición típica/de siempre, y existen otras alternativas, pero considero que nos sigue valiendo. Siempre me ha llamado la atención lo del pragmatismo: la verdad de una proposición consiste en sus consecuencias, en la utilidad que nos proporciona creer en ello; ¡me suena muy yanqui!, muy Adam Smith incluso. Está por supuesto la perspectiva de que la Verdad (Realidad) es un constructo social, que repito encuentro del Pensamiento Único, y muy “(pos)moderna”. Y asimismo grávida de riesgos: recordemos la sofística, et alii.
El Poli malo cortaría el rollo & casuística jesuítica, llegando desde los maestros áticos de la virtud (!) al Egoísmo radical de Max Stirner: por supuesto que la Verdad/objetividad existe en la Naturaleza (physis), pero no en la Sociedad (nomos). Ergo (amargo), ¡todos mienten!, debido (¡poco Deber!) a que emplean como máxima de su conducta no el imperativo categórico, sino Los interese Creados (emoticono de desconsuelo).